Era un mes de diciembre de hace ya un puñado de años, diez, doce, quince, no recuerdo bien. Llevaba un grupo de confirmación en mi parroquia de Zaragoza, gente de trece y catorce años. Y no sé por qué medio me enteré que se hacía una exposición solidaria de Belenes del Mundo. Pensé que sería una buena actividad para el grupo que animaba, una buena oportunidad para meterles el gusanillo de la solidaridad, del voluntariado, del compromiso… Así que fui a curiosear unos días antes, y allí entre objetos del Congo, cuadros de mariposas, belenes exóticos, etc, conocí a Techín, su entusiasmo y su experiencia como misionera me impresionaron y me cautivaron de tal manera que al que de verdad le introdujeron el gusanillo de esos valores y actitudes fue a mí mismo.
Desde entonces Pueblos Hermanos son algo más de dos bonitas palabras, forman parte de mi vida de una manera muy significativa. Y gracias a ese primer encuentro, conocí al resto de los voluntarios: Ladis recibiendo como buen portero a todos los que entraban a la exposición, Tere que desde el primer momento me invitó a las reuniones, y así al resto de compañeros.
Desde entonces en torno a las fechas de Navidad la exposición de Belenes del Mundo, es un clásico, una cita obligada para mí. Y en los últimos años la Lonja del Comercio Justo en el mes de mayo también. Dos momentos en que los voluntarios de PPHH de la Delegación de Zaragoza echamos el resto. Recaudar dinero para sufragar los proyectos, sensibilizar a la gente para creer que se puede construir un mundo más fraterno, promover un comercio más solidario, poner nuestro granito de arena para soñar un futuro esperanzador y hacer realidad un presente más justo, son algunos de los motivos que me mueven para seguir colaborando y participando en Pueblos Hermanos. Pienso que tal vez podríamos hacer más cosas, involucrarnos en más proyectos e intensificar nuestra actividad como voluntarios pero debemos agradecer y valorar satisfactoriamente lo que vamos consiguiendo.
Desde entonces me siento más unido a los pueblos que lo pasan peor, aprecio el tiempo y el esfuerzo que tanta gente dedica a las ONG o a proyectos que buscan el bien común, intento ser útil a pesar de lo poco que pueda aportar, porque como dice Eduardo Galeano “mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas puede cambiar el mundo” o como siempre se ha dicho en mi casa: “pero como dice el refrán un grano no hace granero pero ayuda al compañero”.
Me despido con estas ilusiones que desde aquel mes de diciembre revolotean en mi corazón.
Ricardo Simón